Toda la zona de la Riviera Maya está llena de cenotes. Algunos son públicos y no hay que pagar y otros, los más turísticos, como Dos Ojos, El cenote Azul, Angelita, el Gran Cenote, Xpu-ha, son de pago y según la época pueden estar masificados. Aún así merece la pena cualquiera de ellos.
Los cenotes son estanques naturales de agua dulce abastecidos por ríos subterráneos que se forma por la erosión de los suelos, y al que los mayas dieron un uso sagrado.
La dejadez que percibimos a la entrada del cenote junto a la persona que nos atendió, eran dignos de una película de terror…. Una vez tomamos el caminillo que va por la jungla hacia el cenote, empezamos a notar las primeras picaduras. Incautos de nosotros, como todas las mañanas, nos habíamos puesto la crema solar pero no el repelente de mosquitos (¿no existirá un 3 en 1; protector solar resistente al agua que a la vez sea repelente y que además sea efectivo?). A la llegada de la poza nos recibieron una comunidad de mosquitos tigre, que más que mosquitos parecían vampiros. Salimos corriendo al coche a ponernos el repelente. Esta vez, no pude evitar dos picaduras que me produjeron reacción que no me aliviaba ni el afterbite y me pase un día emparanoiada pensando que había cogido el dengue (en fin, mi cruz con los mosquitos). El resto de la mañana se desarrolló tranquila, dándonos un baño en agua fresquita, que fue de agradecer y haciendo snorkel.
El sitio me pareció chulísimo.
Esta entrada pertenece al diario de viaje que hicimos a Riviera Maya con niños. Aquí dejo todas las entradas sobre el viaje: